Comunicación Social | Universidad Mariana | ISSN- 2981-3832
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Fernanda Patiño y Luis Ponce Una posible forma de ver su obra
Fernanda Patiño y Luis Ponce Una posible forma de ver su obra

Obra parte de la exposición «Una mañana»

Foto:Fernanda Patiño

Fernanda alcanza un punto de partida nuevo. Y hace una obra. Ese punto de partida es, también, un punto de quiebre. Hay un accidente y hay una artista, detalle que no es menor. Ese acontecimiento, en el sentido más grande de la categoría, define de alguna forma su construcción narrativa. Y el accidente es un acontecimiento, justamente porque después del hecho, la vida no vuelve a ser la misma. En “Una mañana”, seguramente encontremos eso: un relato nacido en el lapso entre dos puntos de un mapa, entre dos puntos de una vida. Un relato que podría dar cuenta de una identidad. Pero si la identidad no es algo definitivo a lo que se tiene que llegar, y más bien tiene que ver con la flexibilidad y las porosidades por donde nos entra el mundo y nos va cambiando, entonces esa identidad es un relato. Y un relato, sobre todo, desde el cuerpo. Un relato que nace del cuerpo, pero que poco a poco va construyendo una corporeidad, es decir, una extensión simbólica que no se queda en la materialidad, sino que la sobrepasa, que la saca de los límites de lo biológico.

Seguramente encontremos eso: un relato nacido en el lapso entre dos puntos de un mapa, entre dos puntos de una vida.

La exploración, con el autorretrato, con el yo, ya estaban en su obra antes, pero ahora hay otros elementos. Desde el pastiche, la sobre posición de imágenes y la indagación en el archivo fotográfico propone una poesía visual contundente. La obra de Fernanda me lleva, casi de la mano, a la obra del artista mexicano José Luis Cuevas con su ensayo fotográfico “Sobre la resistencia de los cuerpos”. Quizás, la obra de Fernanda, como la de Cuevas, pueda ser un ensayo, pero no un ensayo en términos de género definido y sustentado en el juicio, en el argumento, sino un ensayo más en el sentido del teatro, de “probar”, de “intentar algo”. Si aceptamos este planteamiento, ese intento de Fernanda, que es su obra, no permite invitar a apreciar su obra desde una sola perspectiva. Más bien, a lo que invita, es a entrar por muchas de las puertas que nos abre, y lo mejor: a estar dispuestos a no llegar a ninguna parte.

Obra parte de la exposición «Origen»
Foto: Luis Ponce M.

“El ver es natural, inmediato, indeterminado, sin intención; el mirar, en cambio, es cultural, mediato, determinado, intencional. Con el ver se nace; el mirar hay que aprenderlo”, decía Fernando Vásquez Rodríguez. Y en eso pensé al ver las fotografías de Luis. ¿Vio Luis al
mundo para hacer esas fotos, o lo miró? ¿Qué diferencia a lo uno de lo otro? Ahora creo que lo que Luis hizo fue mirar, es decir, emplazar la lente desde una postura política para relatar esos fragmentos del mundo tan ambiguos, y a la vez, tan cercanos, tan nuestros.

Luis nos tenía acostumbrados a otra cosa. Sus fotografías anteriores tenían otra base discursiva. Así, pareciera que ahora deja atrás el decálogo de la composición fotográfica y arma uno de acuerdo a lo que le dicta su pensamiento. Por eso, me doy la licencia de tomar el título de la obra para la analogía: el origen de una nueva estética, de un pensamiento que se mueve, de un artista que no se asusta de la contingencia y antes se deja afectar de ella.

Luis nos tenía acostumbrados a otra cosa. Sus fotografías anteriores tenían otra base discursiva.

Antes, las fotografías de Luis tal vez eran más metafísicas; ahora, son más vitales, están más cerca del detalle, del grano de arena en el que está contenida la playa, y el mar, con todo y cielos, y colores. Que la metafísica nos aleja de la vida, decía el filósofo catalán Joan-Carles Mèlich, y estas fotografías de ahora de este artista, parecen confirmarlo. Porque ahí, en esas imágenes que parecen hacer parte del arte de la microscopía, está él, pero también el mundo en el que habita y que nos presenta como una forma de decirnos que vive, y que se muere, también, que es algo grande.