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En memoria de Jaime Garzón


Retrato por Camila J. Ortega Acosta, Estudiante Programa de Comunicación Social – Universidad Mariana

Por María José López Chaves

Estudiante Programa de Comunicación Social – Universidad Mariana


Que 20 años son poco, que 20 años son mucho.


Que son poco para otros, que son muchos para ellos, los que sí están esperando que se olvide su recuerdo.


Que el país se nos acaba, eso nunca ha sido nuevo, el país se nos acaba entre sus líneas y su juego,

eso sí era una primicia, eso era un bamboleo, entre risas y carisma se maquillaba lo feo.


Un tipo serio, muy serio, sofisticado y profundo. Un centinela, un patriota, de los que falta en este mundo.


Con el dedo en la llaga de los asuntos nacionales, la mesa de su casa un lugar de convocatoria, ser la piedra en el zapato para nadie trae la gloria.


El humor no caduca, no caducan sus recuerdos, no caducan sus ideas, no caducan sus ingenios.


Victorioso siempre pillo, victorioso de sus burlas, victorioso no por siempre, sobre todos cae la culpa.

En su ausencia brilla todo, brillan todas sus parodias, tan reales, tan genuinas, tan vigentes, ¡cuánta historia!


Que sigamos, que asumamos las riendas del país, que está todo en malas manos, y en el poder de un infeliz.


Que los buenos somos más, que las lágrimas son pocas comparadas a la sangre derramada en la derrota.


Los violentos y políticos a su boca le temían, impertinente y tan sensato como quien canta letanías.

Pues en el fondo eran súplicas sus llamados de atención. Flacos, pobres, ricos, bajos reconocen su canción.


El discurso elaborado de altos mandos y políticos quedaba atravesado por sus pensamientos críticos.


Presidentes, congresistas, candidatos, magistrados, todos siempre con temor a ser desenmascarados, con sus burlas, con sus frases, con su gran parodia viva, solo silencio quedó tras su pronta despedida.


Que el problema parece grande, pero tiene solución, que el enemigo no es solo uno pero que hay salvación.


Untados todos hasta el cuello, perdón hasta la nariz, en este negocio redondo no hay quien no quede feliz,

una tajada por aquí, una tajada por allá, todos comiendo callados y su copa a rebosar.


El teatro está montado, la función ya va a empezar, una obra divida, una historia que contar.


Este cuento una mentira que nos quieren ver tragar, no hay izquierda ni derecha ¡por favor despierten ya!


La tristeza colectiva es todo lo que queda hoy, unos luchan, aún pelean contra la concentración del poder, de las riquezas, del engaño y las mentiras, siguen pasando los años, pueden pasar muchos más.


Puede que se haya perdido, pero solo una batalla, el legado no se marcha ni se apaga con metrallas.


Puede que sea diferente, nadie será como él, nadie con su mismo toque, nadie con ese sazón, pues en el fondo algo nos dice que siempre tuvo la razón.


Nota: El anterior texto es fruto del trabajo de aula en el curso "Comunicación y Conflicto", orientado por la educadora Carollina Revelo Rodríguez, del Programa de Comunicación Social, Universidad Mariana.

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