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Narrar en tiempos de paz

Fin de la generación de desplazados en Colombia, una esperanza de paz.

Por: Angela Estefanía Cevallos Lasso



Con los ojos fijos en el ayer y empapados de recuerdos Francisco Quenguan relata la historia de una época oscura y marcada por el temor y la incertidumbre propios de la Colombia del 52, en la que junto a su familia y a la edad de 16 años se vio forzado a abandonar junto a su madre y hermanos un espacio de tierra que cultivaban en el corregimiento de San Antonio, debido a la inseguridad que representaba la presencia de la guerrilla en la zona y después de varias amenazas del grupo insurgente no encontraron otra alternativa mas que la de vender a bajo precio la propiedad y decir adiós al lugar que habitaban. Su padre, cuenta, debió quedarse trabajando en el mismo lugar pero al servicio de los compradores quienes pertenecían a las FARC “tuvimos que dejar todo por allá para venir acá sin nada, mi mamita venia con mis hermanos y conmigo, mi papá se tuvo que quedar allá. Ahora ya estoy yo solo”.


A sus 82 años francisco cultiva la tierra en la ciudad de Ipiales y habita temporalmente un espacio reducido en los terrenos que arrienda para trabajar. A su espalda parte del hogar que el mismo elaboró con madera, cartón, plástico y trozos de tejas rotas. Ante la idea de la paz él expresa que es un cambio que ya le hacía falta a Colombia para que nadie más repita todo lo que a él le tocó vivir en esa época.

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