Por: Anthony Sarasty
Lo que inspiró este proyecto fue la necesidad de contar de otra manera la forma de vivir y conectarse con el campo. Primero, esto inició como una investigación sobre la calidad de vida que hay detrás de la venta de café en el municipio de San José de Albán, Nariño, pero cambió a partir de lo que encontré: una realidad cruda sobre lo mal que lo pasan los campesinos y, al mismo tiempo, de lo valientes que son para salir adelante pese a las adversidades.
“Hilos de la tierra” teje una narrativa visual que va más allá de la simple documentación de la vida rural. Cada imagen es una metáfora de la conexión íntima y esencial entre el agricultor y su entorno. El hombre cubierto de hilos representa cómo cada fibra de su ser está entrelazada con la naturaleza, simbolizando así, una relación de simbiosis y dependencia mutua. Esta conexión no solo define su identidad, sino que también marca su existencia diaria con un profundo sentido de pertenencia y propósito de existencia.
La imagen del agricultor reflejándose en el agua, con hilos que lo conectan a la naturaleza que lo rodea, nos invita a reflexionar sobre la aceptación de pertenecer en un contexto concreto. Aquí, el reflejo no es solo una imagen física, sino un reconocimiento de su papel integral en el ciclo de la vida. Al aceptarse tal como es, el agricultor también acepta su lugar en el gran tejido de la vida, y en donde cada hilo tiene un propósito y un significado.
La serie termina con la fotografía de un poderoso símbolo de continuidad y legado. Este acto de colgar los recuerdos y el símbolo de su identidad en el árbol, representa la transmisión de valores, conocimientos y tradiciones a las próximas generaciones. Esencialmente, “Hilos de la tierra” es testimonio de la vida del agricultor, de su conexión con el lugar que habita, y de su identidad.